Acerca de las cosas que son puro ser y acto no es posible equivocarse, sino que, o se intuyen, o no se ven. Y la verdad equivale a intuir estas cosas; y aquí no hay falsedad ni engaño, sino ignorancia. Esta perpetua luminosidad de las apariencias resuelve en mi opinión la paradoja de un Ser luminoso e invisible.
Pintar pues se convierte en un modo de escape, un viaje a otra dimensión, todo un ritual que trasciende el plano físico de los sentidos y traspasa al plano de las emociones, al mundo de los deseos. La idea de dar forma a los sentimientos que no se alcanzan a ver era lo que más me inquietaba.