Sociedad distopica

Me gusta la figura humana como cuerpo porque es un enigma, cuesta realmente tener la capacidad de saber lo que es, el cuerpo que me interesa no es el cuerpo que observamos, es decir no es solamente la carne, no es lo que se puede medir, el cuerpo es una construcción absolutamente subjetiva, y ademas siempre esta en continuo cambio, el cuerpo es una cosa cambiante no porque se pueda hablar de el críticamente, sino porque siempre esta en ese lugar que parece que se va a “deshacer”.

Vamos heredando el conocimiento necesario para desprendernos de las cadenas que nos atan a lo no verdadero. Algunos dicen que vivimos en el posmodernismo, pero creo mas bien que podríamos estar viviendo un neorenacimiento, ya que esta sociedad distópica esta embarazada de duda, a partir de aquí solo hay dos caminos, despertar o desaparecer.

Esta distopía la puedo definir como una representación imaginaria de una sociedad futura, con características negativas que son las causantes de la demencia moral. A lo largo de la historia se han escrito grandes obras que reflejan un futuro distópico, “Un Mundo feliz”, de Aldous Huxley, “1984” de George Orwell, o “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, obras que son las precursoras, y identifican en mi opinión perfectamente a nuestra sociedad. A pesar de esta distopia intento reflejar en mis trabajos el equilibrio entre el caos y la calma, como respuesta emocional ante el conflicto, convencido que la solución existe, y es despertar.

En la piel del otro, pertenece a una serie sobre la que deseo seguir indagando, en la idea de delicadeza, luz, fragilidad, y conciencia, intento que estos principios envuelvan las propuestas, el objetivo es enfrentarme con mi yo más íntimo. La pintura me advierte, me modula, representa el conocimiento, y cómo este me construye. Soy y somos conocimiento. Todo lo que nos rodea es conocimiento, incluso los objetos inanimados, si lo observamos en profundidad, veremos que están llenos de vida.